04 diciembre 2011

Aquel hombre

Frisando los cuarenta, enjuto, inclinado hacia adelante, barba de tres días y una  grisácea gorra con visera en la cabeza.  Camina despacio pero sin parsimonia,  con un rictus de indiferencia en los labios y la nada en sus ojos claros.  Concluye la tarde exhalando tedio y las voces de los transeuntes se diluyen en la leve niebla de otoño que con asiduidad cubre el río. Son pocos los que reparan en aquel hombre que va llegando al puente; y éste, en absoluta reciprocidad, nada repara en los demás.
Pisando las romanas piedras, pegado al muro,  va subiendo la pequeña cuesta del puente, se detiene cuando está a punto de alcanzar la divisoria y, en lontananza, observa el fluir del agua. Se quita la gorra,  la coloca encima de la pétrea pared y, a modo de ofrenda, deposita en ella un paquete de cigarrillos, un mechero y algunas monedas. No mira en rededor, no dice nada, sube al pretil y, sin más ceremonial, se deja caer... Las aguas del Miño salpican gotas de tragedia y siguen su curso hacia el Atlántico. Un aire glacial atraviesa el puente y la gélida guadaña siega la quietud del atardecer. Algunos se acercan al borde: discurren oscuras las aguas. Nada queda del desaparecido: al fondo se fueron sus veleidades, y la corriente arrastró su espíritu al mar; a ese mar inmenso, bravo, bello y eterno.
Ahora, todos se preguntan quién era aquel hombre, aquel disidente de la vida que se había ido en la delicuescencia de la tarde.
Llega un coche lanzando destellos de luz azul, se forman corrillos de desconocidos unidos por el ignoto suicida, más coches oficiales y más curiosos... Un manto de infausta negrura los cubre a todos, también al río, al puente y a Orense  entero.
Mañana es día de trabajo. Demian se va alejando mientras piensa y recuerda...piensa en el fin como parte de la existencia, y recuerda  los versos de Ángel González:

                                        En medio
                                        de la cruel retirada de las cosas
                                               precipitándose en desorden hacia
                                               la nada y la ceniza,
                                               mi corazón naufraga en la zozobra
                                               del destino del mundo que lo cerca.

    (Basado en hechos reales.)

8 comentarios:

  1. Terrible retrato. Algo que está ahí, el suicidio, como una sombra tras una puerta. La elegancia en la narrativa, su tono fúnebre, existencial, pienso que es el adecuado. Me ha llegado perfectamente el momento y el vacío que rodea al disidente de la vida. Esa indiferencia de la ciudades.
    Gran broche para cerrar. Lo poetas deben existir.
    Un abrazo.

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  2. Qué soledad, la de la gorra que recoge lo más cercano al alma porque es lo más cercano a la desnudez.
    La imagen invernal, cerca del anochecer si no ha caído la noche ya, contrapone el silencioso puente, testigo de un final, con el torbellino de la vida urbana del fondo que nos absorbe y mastica.

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  3. Igor.- Satisfacción me da que "te haya llegado" y ver que no se te escapa nada de lo que pueda rezumar lo escrito.
    Y que no nos falten los poetas, estoy contigo.
    Un abrazo

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  4. Me alegra verte por estos pagos, Dafd. A pesar de lo lóbrego del relato, espero lo hayas disfrutado. Así logramos escaparnos un poquito de la urbe y sus cosas.
    Un abrazo

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  5. Pensamiento suicida que llevó a término. Me planteo que hubiera pasado por su cabeza en el momento de tomar su decisión. Valiente decisión. Tal vez llevaba tiempo con ese run run en su cabeza y no tuvo a su alrededor a nadie con quien compartir sus funestas ideas... De haberse propiciado, tal vez, algún encuentro amoroso o cercano y caluroso con alguien, tal vez, tal vez... el río no le hubiera abierto sus compuertas. Todo lo más le susurraría, tímidamente, al oído para recordarle que en cualquier momento, en cualquier lugar y a lo largo de la vida, lo que más cuesta es hacer amistad con la fortaleza.Esa que puede rescatarnos de la zozobra de la vida... y quizás de los ríos. Fuerza en tu relato. De nuevo desgarro para los que te leemos. Percepciones recogidas por Demián que transcribe con el arte de fuertes emociones. Muy sugerente la foto. Buen relato éste. Un abrazo

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  6. ¿Qué pudo pensar, quién le falló, como hubiese sido si...? Conjeturas que también se han ido con el río pero que dejan campo abierto al pensamiento. Como ya decia en lo escrito, forma parte de la vida, pero terribles lo que originan decisiones así.
    Gracias por tu lectura, tanci.
    Un abrazo.

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  7. Nuestro Miño es testigo de las andanzas de los de ambos lados del puente romano. Un relato que nos hace reflexionar y sobre todo ver el valor de de la vida. Un abrazo

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  8. Alegría verte por aquí, don fernando. Gracias por la visita y por la foto que preside el post.
    Un abrazo.

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