16 mayo 2014

Amanece

Amanece. Se despierta mi alma.

El cielo (inmenso océano de algodón)
rebosante de convincente suavidad
deja caer su argentado manto
de molicie y diáfana beldad.

En devota postración, me dejo seducir
por el tibio aire del temprano clarear
que, como dulce caricia, toca mi piel;
me arropa en denso perfume
y me sume en placentero estado,
dejando en mis labios sabor a miel.
Oculto, silente, hago mías las
horas del cálido silencio.

Traspaso el umbral… y ya dentro
me hago dueño del sueño
y sueño que del sueño soy dueño.

2 comentarios:

  1. La estrofa final tiene cruces de caminos. Soñar que "del sueño soy dueño". Tal vez la única diferencia entre vigilia y sueño sea esa.

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  2. El sueño, ¿qué es? Pesadilla en ocasiones y deseo inalcanzable otras; cercano y ajeno al mismo tiempo...
    Un saludo.

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